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Serendipity

Algo en común

Eran las dos de la mañana, ayer. No se como ni porque, pero al hablar con vos sentí la necesidad de dedicarte unas palabras, algunos pensamientos quizás, que no nos decimos cotidianamente. No creo que sea el mejor medio, pero ahora la distancia convive con nosotros y debemos aceptarla. Aquí va:

Cuando era chica y me peinabas con dos colitas desprolijas sentía que nada podía unirnos, que no teníamos nada en común, nada que podríamos compartir.

Fuí creciendo y en vez de olvidarme los afiches de suma y resta en la mesa de la cocina; fuí mejorando esa letra desastroza que tanto me costaba dibujar en primer grado. Y asi, comencé a reflejar en un papel mis rabias, mis esperanzas, mis tristezas y hasta mis caprichos. A veces eran dibujos, otras sólo palabras.

Entonces, y fué entonces cuando descubrí que vos y yo eramos tan pero tan iguales.

En las tantas cartas que me escribiste tantas veces; fuí observando tu perfeccionismo, tu obsesión por comunicar la justicia de los hechos, tu manera de pedir perdón cuando sabías que habías errado y sobre todo tu forma tan particuar de decir te amo: con esa letra firme y llena de convicciones.

Allí fué cuando me sentí aliviada y con un enorme suspiro comprendí que no era la única bohemia en este mundo que escribía, no estaba sola. Estabas vos a mi lado contándome en minúsculas y mayúsculas como transcurrían nuestras vidas.

Empezaste a relatarme de cerca que los errores no eran tan malos y que los aciertos no eran tan buenos. Mientras que los números eran para contar; decías que las palabras, para expresar. Me enseñaste las pistas para conocer la admiración, mostrándome que no hay nada en este mundo que no podamos alcanzar y que la mejor virtud que nos puede caracterizar es la perseverancia y la voluntad.

Cuando me dijiste que estabas escribiéndo un libro, sentí que esta experiencia la afrontábamos juntos. Quizás porque durante muchos años esta manía se fué gestando en secreto.

Quizás... porque me recuerdo tras una lámpara de luz tenue, sentada en la alfombra de mi pieza, declarándole a una hoja en blanco lo que sentía por "esa" persona que movilizaba mi corazón. Me recuerdo apurándome para esconderla rápido cada vez que alguien golpeaba la puerta.

Ahora mirando de lejos al tiempo, sé que hoy es el momento de decir: Papá ahora soy yo la que con letra de carta te afirma que fuiste el impulso para desnudar mis pensamientos más profundos, la que te dá fuerzas para que le muestres al mundo lo mejor de vos.

Sé que nos falta mucho por aprender, según dicen no es fácil escribir...

Pero estoy segura de que hay momentos y situaciones que no podríamos expresar de una manera más clara y sencilla. La escritura tiene esa magia, que nos permite reflejar los sentimientos escondidos de nuestro ser.

Por todo esto, Papá. Después de todo lo que me enseñaste sin querer, solo me resta decirte: CONTÁ CONMIGO. Te amo. Mariana.

3 comentarios

Mario Rubén -

Llegando al final de este pequeño cuasi análisis, se puede demostrar que se juntan las dos clases de personas, ya que existes, eres trascendente, y en alguna medida soy lo que esperabas (filialmente hablando). Aunque se perfectamente a qué te refieres en tus escritos, he aprovechado la ocasión y me puse un traje ajeno, que si bien es cierto cambia el plano o el fondo de la cuestión, ha servido para demostrar que es posible aplicar esa teoría en otro tipo de sentimientos.
No voy a terminar este escrito, augurándote éxitos porque ya los estás alcanzando, pero sí rogarte que nunca dejes de atender el llamado a tu puerta, puede ser la posibilidad de ser feliz.
Y bueno, que te amo.

Mario Ruben -

En uno de tus escritos decías que hay tres clases de personas, la que no te deja nada, la que te hace saber que existe y la que esperas. Utilizando la misma división, pero reconvirtiendo el sentido, tratando de trasladar los conceptos a lo que somos y sentimos cada uno de nosotros, se podría establecer que pertenezco al segundo grupo y tanto en el desarrollo sentimental, en lo experimental y en lo vocacional (por llamarlo de alguna manera) hace que ponga mucho énfasis en que el segundo grupo se vaya transformando con el tiempo al tercer grupo.
Tanto conciente como inconscientemente, nos debatimos en forma permanente entre esos dos campos, entre lo que soy y sea lo que esperas, como así también lo que eres y seas lo que espero.
Entonces, este soy y creo ser lo que tú, desde muy pequeña, esperabas que fuera. Uno de los tantos papás que existen en el mundo, que aman a cada uno de sus hijos y que buscan en forma permanente que sus hijos sientan lo que sienten. En nuestro caso específico, el sentimiento de orgullo es tan grande, que no me alcanza tu ciudad natal, para contenerlo, explota por todos lados y en todas direcciones y a modo del pensamiento de Freud, Aberasturi o el mismo Riviere, el reflejo y extraposición del sentimiento (sea cual fuere) solamente estará dado según la personalidad del sujeto y de las luchas entre el Yo, el Ello y el Súper Yo.

Mario Ruben -

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